sábado, 31 de diciembre de 2016

AMAD LA VERDAD




La sinceridad es vivir en la verdad, por lo tanto, quien es honesto es libre porque no aparenta lo que es.
Se nos ha enseñado mal, al decirnos que las máscaras son necesarias, que debemos ser una persona en la casa, otra en la escuela y otra en el trabajo, pero se han olvidado del refrán verdadero que dice “las apariencias engañan” y, si vives engañando, tu vida se convertirá en un total engaño. Pienso que a nadie le gusta la hipocresía, entonces si no nos gusta por qué muchas veces somos hipócritas, no solo con las demás personas sino hasta con el mismo Señor. La verdad de este asunto es que nuestro corazón es engañoso y perverso y nosotros nos hemos dejado guiar por este, pero ya no debe ser mas así, sino es necesario que nos arrepintamos ante Dios, creyendo en su obra redentora, a fin de que ya no nos dirija el pecado sino Dios, para que podamos disfrutar de la verdad.
“Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.”
Juan 8: 31-32 (RVR 1960)
La verdad es la continua búsqueda de los filósofos, solo que ellos no la quieren encontrar, pero también es el anhelo de toda persona, así como la libertad. Jesucristo suple la necesidad del hombre de conocer la verdad (Juan 14: 6) si este permanece en su Palabra.
La emancipación que nos trae la verdad es la libertad sobre el pecado, porque somos esclavos del pecado ya que cometemos errores, pero en Jesucristo somos verdaderamente libres.
“Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.” Juan 8: 36 (RVR 1960)
La verdad es una virtud, más que un valor, de todo cristiano que permanece continuamente en el Señor. A Dios le agrada que hablemos verdad, porque quienes aman la verdad y la misericordia piensan en el bien y no en el mal.

“Con misericordia y verdad se corrige el pecado, Y con el temor de Jehová los hombres se apartan del mal.”

Proverbios 16: 6 (RVR 1960)

sábado, 4 de junio de 2016

APRENDIENDO A CONOCERNOS


Estamos en continuo aprendizaje. Aprendemos de nuestro entorno, de los libros, de lo que hacemos y, aun, de lo que no hacemos. Pero ¿nos hemos aprendido a conocer? O ¿tan solo nos hemos vuelto seres críticos de los otros?
El aprendizaje requiere de un estudiante que desea el conocimiento, la ciencia y la inteligencia. El estudiante no puede negar el caos que le rodea. Un caos en la educación, en la sociedad y en los seres que le acompañan.
Las alternativas educativas y la educación tradicional no parecen ser la mejor respuesta a este caos porque sigue habiendo en nuestro alrededor profesores de la crueldad. Maestros que no imparten una educación para la paz sino para la guerra convirtiéndose la escuela en un campo de batalla.
Los discursos podrán cambiar opiniones, crearan buena imagen en lo externo, pero muy difícilmente llevaran a un cambio verdadero. El discurso carece de sentido cuando la acción no la acompaña, por eso es cierto el dicho populi que dice “entre el dicho y hecho hay gran estrecho”. Una cosa es decir y otra hacer, pero cuando ambas son coherentes, es decir, si somos congruentes entre nuestro discurso y nuestras acciones, entonces podremos educar. Pero es necesario que reflexionemos en otra pregunta ¿Cuál es nuestro discurso?
La responsabilidad en el sentido de cuidar y preocuparse por el mundo debe dejar el egocentrismo que poco le importa lo que sucede a su alrededor. La crueldad ha convertido a este mundo en un lugar peligroso para vivir. La comparación es uno de los estímulos de esta crueldad, esa comparación que lleva a una competencia que se complace en ver destruir a otro.
La escuela no solo es una institución organizada por el hombre sino es todo lo que nos rodea. Todos somos estudiantes de este mundo y al mismo tiempo somos profesores. Nuestras acciones generan mayor impacto que nuestras palabras, por lo tanto, pensemos en ¿Qué estamos haciendo? Pero no reflexionemos solo por nuestro propio bien, no seamos indiferentes en nuestra sociedad sino también pensemos en colectividad ¿nuestras acciones afectan de manera positiva o negativa a los demás? ¿estoy causando tristeza o alegría a mis seres más cercanos? ¿estoy haciendo lo que es correcto o tan solo sigo los patrones de lo indebido?
Es necesario aprender a conocernos desde nuestro interior porque lo que somos por dentro lo reflejaremos en lo externo, ya sea para bien o para mal. El pensamiento es lo primero que debemos cultivar, antes que nuestras obras externas, no siguiendo patrones de conducta que nada bien llevan consigo.
En la casa esta nuestra primera escuela, mas no siempre es la mejor, porque en muchos hogares se sigue viviendo la opresión, la tiranía de un padre, el odio de la madre, las contiendas entre hermanos. ¿Por qué mientras en la Habana el gobierno habla de paz nuestra ciudad sigue en caos? Porque en nuestras familias se vive la guerra. La paz en nuestra nación no existirá si continuamos ignorando el núcleo de la sociedad, la familia. Si nos preocupamos, o más bien nos ocupamos en generar paz en nuestra familia podremos esperar algo mejor en nuestra nación. Pero ¿Cómo esperamos paz en nuestro hogar si en nuestra interior no la tenemos?
La información que recibimos, las normas de conducta que seguimos y la moralidad que hemos aprendido pueden asemejarse a un perfume que nos genera buen olor, nos hace sentir y hacernos ver ante otros como limpios. Pero es engañosa esta limpieza cuando la suciedad aún sigue incorporada en el cuerpo. No debemos preocuparnos por lo externo sino es necesario que desde el interior nuestro ser sea transformado, regenerado, limpiado y redimido a fin de que nuestras vidas sean integrales. Jesucristo ofrece esta limpieza a todos aquellos que reconocemos que nuestra vida le necesita para verdaderamente estar limpios y poder mirarnos con alegría nuevamente en el espejo, ya no como seres sucios sino limpios, gracias a la obra redentora de Jesucristo.
“Si confesamos nuestros pecados, El es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad.”

1 Juan 1: 9 (LBLA)


sábado, 12 de marzo de 2016

COMO NIÑOS NO COMO PERROS



Muchas veces decimos ser como niños cuando en verdad actuamos como perros. ¿Qué quiere decir esto? ¿Acaso cómo actúan los perros para ser comparados a ellos?
Los perros son tiernos, son de buena apariencia en su mayoría, buscan agradar a todos, son fáciles de domar, son juguetones, y se dejan llevar por el instinto. Ellos pueden estar en un parque y de un momento a otro orinarse o hacer popo, mirar una perrita o perrito, olerlo e inmediatamente montársele. Su forma de vida es esta, no trabajan, están acostumbrados a pedir comida aunque sea a un extraño, y muestran sus dientes cuando están disgustados. Ellos no piensan lo que hacen, ni lo que van a hacer tan solo se dejan llevar por las circunstancias y por sus instintos.
Esta caracterización mencionada anteriormente parece casi exacta a la de una persona en nuestra actualidad, porque ha sido esta la dirección que muchos han optado por seguir, una dirección sin dirección.
“En aquel tiempo Jesús respondió y dijo: -Te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas de los sabios y entendidos, y las has revelado a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó-.” Mateo 11: 25-25 (RVA-2015)
Es importante que comprendamos el significado de ser como niños, y para ello es necesario que observemos primeramente como son los niños. Observando los niños y contextualizándome a la Biblia he visto una característica que nos hace ser como niños, la sencillez. La humildad de un niño se demuestra en que cree en Dios sin dudarlo y que anda preguntando constantemente a su padre o madre porque confía en ellos y desea conocer todo lo que hay a su alrededor, así como los discípulos le hacían preguntas constantemente a Jesús.
“En aquel tiempo los discípulos se acercaron a Jesús diciendo:
— ¿Quién es el más importante en el reino de los cielos?
Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo:
—De cierto les digo que si no se vuelven y se hacen como los niños, jamás entrarán en el reino de los cielos.  Así que, cualquiera que se humille como este niño, ese es el más importante en el reino de los cielos.”
Mateo 18: 1-4 (RVA-2015)
Debemos hacernos como niños, no como perros, despojándonos de nuestro orgullo, de nuestra soberbia, para poder recibir la sencilla palabra de Dios en nuestro corazon.
“Entonces Jesús les dijo:
—Dejen a los niños y no les impidan venir a mí, porque de los tales es el reino de los cielos.”
Mateo 19: 14 (RVA.2015)
Acerquemos a Dios como estos niños lo hicieron, aunque nos lo quieran impedir, porque lo amamos. Seamos sinceros ante Dios, arrepintámonos de corazón ante El, busquemos su voluntad, amemos sus designios, honrémoslo. Alabemos a nuestro Dios porque nos ha salvado, nos ha redimido, nos ha perdonado del castigo que merecíamos a causa de nuestro entenebrecido corazón corrompido por la maldad.
“De la boca de los pequeños
y de los que todavía maman
has establecido la alabanza
frente a tus adversarios
para hacer callar al enemigo
y al vengativo.”
Salmos 8: 2 (RVA-2015)


martes, 12 de enero de 2016

ALÉJATE DE LA MUJER EXTRAÑA


“No se asocien íntimamente con los que son incrédulos. ¿Cómo puede la justicia asociarse con la maldad? ¿Cómo puede la luz vivir con las tinieblas?” 2 Corintios 6: 14 (NTV)
La mujer extraña es aquella que no hace parte de tu misma familia en Cristo aunque vaya a la iglesia o diga con seguridad ser hija de Dios. La mujer extraña no es sabia, no es prudente, no le importa el camino de la vida, ni se fija en lo inseguro de sus pasos. Atendamos a los consejos que nos da el Señor, a través de su Palabra, y alejémonos de la mujer extraña, no codiciando su hermosura, a fin de no caer en la trampa de satanás.
“Aléjate de la mujer ajena;
ni siquiera te acerques a la puerta de su casa,
para que no pierdas la riqueza de tus años
en manos de gente extraña y cruel;
para que ningún extraño se llene
con el fruto de tu esfuerzo y tu trabajo.
De lo contrario, acabarás por lamentarlo
cuando tu cuerpo se consuma poco a poco.
Y dirás: « ¡Cómo pude despreciar la corrección!
¡Cómo pude rechazar las reprensiones!
¡No quise escuchar a mis maestros,
no atendí a los que me instruían,
y por poco llego al colmo de la desgracia
ante la comunidad entera!»”
Proverbios 5: 8-14 (DHH)
Como hijos amados por Dios tengamos mucho cuidado, no andando como los simples que no miran la gravedad de las consecuencias de sus decisiones, y no demos a extraños nuestras fuerzas, nuestro valioso tiempo, sino solo con la que en verdad puede llamarse compañera gocémonos. La mujer virtuosa es la mujer que debe ser la compañera de nuestra juventud, oremos a Dios para que El, en su misericordia, nos de la sabiduría para poder escudriñar conforme a su Palabra a las personas a fin de alejarnos de la mujer extraña y gozarnos con quien debe ser nuestra primera novia, prometida, y única esposa.
“¿Por qué enredarte, hijo mío, con la mujer ajena?
¿Por qué arrojarte en brazos de una extraña?
El Señor está pendiente de la conducta del hombre;
no pierde de vista ninguno de sus pasos.
Al malvado lo atrapa su propia maldad;
su propio pecado lo sujeta como un lazo.
Su indisciplina lo llevará a la muerte;
su gran necedad, a la perdición.”

Proverbios 5: 20-23 (DHH)


lunes, 4 de enero de 2016

¿CÓMO PENSAR OBJETIVAMENTE?




¿Cómo Pensar objetivamente en un mundo lleno de relatividades? Acaso ¿es posible caminar seguro sobre este sistema de confusión? Estas y otras preguntas son el producto de una desdicha e inconformidad por el sistema de este mundo. No solo eso sino nuestras emociones y el contexto en el que nos hemos formado también influyen en no ser objetivos en nuestra toma de decisiones por lo tanto ¿Cómo pensar objetivamente? Es imposible para el hombre, pero, como dicen las escrituras, “lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios” Lucas 18: 27(RVR 1960).
Dios nos creó conforme a su imagen y semejanza pero la corrupción se empoderó de nuestros corazones y nos incitó a rebelarnos contra nuestro Creador, por lo tanto empezamos a preocuparnos por nuestros propios intereses robándole la gloria a Dios al buscar la nuestra. Hermanos míos esto no debe ser así pero es un mal que vemos a diario.
La objetividad que puede llegar a ser un sinónimo de justicia proviene únicamente de Dios, por lo tanto solo Dios puede llevarnos a pensar objetivamente. Pero ¿Cómo es esto?, la verdad es que no se, solo creo que Él puede llegarlo a hacer de una manera que no puedo entender pero si puedo recibir, por lo tanto creer que Él puede llegar a darte una nueva manera de pensar por medio de Jesucristo, quien quita la corrupción en el corazón del hombre, es el primer paso hacia el Camino que nos llevara a pensar objetivamente.
La respuesta de Dios a esta pregunta (¿Cómo pensar objetivamente?) empieza con CREER. Creer es sinónimo de fe, lo cual es “la confianza de que en verdad sucederá lo que esperamos; es lo que nos da la certeza de las cosas que no podemos ver” (Hebreos 11: 1 (NTV))

“Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.”

Hechos 4: 12 (RVR 1960)