domingo, 24 de marzo de 2024

MISIONES DESDE GENESIS 1: 1




La palabra misiones puede causar mucha controversia desde la teología, porque no es una palabra que se encuentra en la Biblia, pero si su desarrollo desde Genesis 1: 1, en donde se puede apreciar su sustento que no es otro que la gloria de Dios.

Las misiones en si mismas no significan nada, pero en su propósito que es la gloria de Dios, que todas las naciones adoren al gran Dios que creó todo el universo con su Palabra, y que redimió al hombre pecador por Su Gracia, adquiere verdadero significado, como dijo Pipper:

“Carey y miles como él han sido movidos por la visión de un Dios grande y triunfador. Esa visión debe venir primero. Saborearla en la adoración precede a su esparcimiento en las misiones. Todo en la historia se mueve hacia una gran meta, la adoración más fuerte y pura a Dios y a su Hijo entre todas las naciones de la tierra. Las misiones no son esa meta, son el camino y por esa razón son la segunda actividad humana más importante en el mundo.”[1]

Conforme a lo anterior podemos ver las misiones como la segunda y no la primera tarea más importante de la Iglesia, y muchos hombres en la historia, como William Carey lo comprendieron y en la Biblia podemos ver al mismo Moisés que escribió a un pueblo rebelde, uno que estaba deseoso de apedrearlo, pero, con eso y todo Moisés escribió inspirado por Dios el pentateuco. Moisés fue un ejemplo del carácter de un misionero que ha sido moldeado por Dios para mostrar misericordia aun a sus perseguidores para la gloria de Dios.

Un misionero no debe compartir otra cosa que la Palabra de Dios y no debe glorificar a otro que al Dios vivo y verdadero, es asi que la Biblia se convierte en su equipaje más importante que le prepara para enseñar a otros a Jesucristo desde el Antiguo Testamento, en cada parte de la Biblia, en un estudio a profundidad de las Escrituras, por lo que es necesario escarbar cada capítulo para encontrar perlas preciosas en ellas selladas con el nombre de Jesucristo y darlas a otros.



[1] Jerry Cross, ed. Vivir en el poder del evangelio (Coyoacán, México: Publicaciones el Faro, 2009), 162